lunes, 20 de septiembre de 2010

Mensaje de la escritora:

Hey! Tengo un nuevo fic y comencé a subirlo a esta page: http://betweendreamsandreal.tumblr.com/ también es de Tokio Hotel :3 en el recuadro de la derecha hay un link en donde pueden realizar comentarios o preguntas (http://betweendreamsandreal.tumblr.com/ask)
   Eso no significa que dejaré este fic, así que sigan al pendiente de los próximos capítulos y comenten qué les gustaría que ocurriera y quién prefieren para Helena: ¿Bill o Tom?
Bueno, eso es todo, gracias por leer esto :D
Bye!

domingo, 12 de septiembre de 2010

Capítulo 10: "La decisión"

-¡Bill! ¡Helena!-dijo Tom, con una sonrisa radiante...demasiado radiante, en cuanto llegamos a mi habitación de hotel.


-¡Te escapaste, Lena!-rió Klaus, levantándose del sofá donde se hallaba sentado con Tom para acercarse a Helena.

-Sí, eso creo...¿dónde está Anna?

-Ella y Franz se excusaron hace un par de horas-explicó Tom.

-Y pensar que sólo estaríamos de paso-rió Klaus. Creo que estaba ebrio...-¡todavía me debes una salida de BFF´s!

-La tendremos, Klaus...bueno...debo irme-se excusó Helena.

-Te acompañaré-me ofrecí.

-No importa, Bill, puedo acompañarla-me detuvo Klaus, que no paraba de reír.

-Iremos los tres, ¿les parece? Además, Klaus, tú te quedarás en la próxima cuadra, en la parada de autobús.

-¿Autobús? Preciosa, lo siento, pero dormiré en tu cama esta noche.

-¿Cómo dices?-preguntamos Helena y yo a la vez.

-¡Depravados sexuales!-rió Klaus...bueno, más bien se partió de la risa- Me quedaré en tu casa, porque el último autobús pasó hace mucho tiempo.

-Bien, creo que podré acomodarte el sofá, pero de ningún modo dormirás en mi cama-dijo Helena, riendo.

-Adiós, Lena-se despidió Tom, con parquedad. Aún con su desabrido gesto, se le veía contento en cuanto encendió su cigarrillo y le dio un par de caladas.

-Vamos-le susurré a Helena, al notar que Tom quería privacidad...probablemente para pensar en ella, por lo que era muy conveniente que saliéramos de allí.

-¿Qué tal ha estado?-se preguntaron Helena y Klaus a la vez. Enseguida, rieron-¡pregunté primero! ¡No es justo! ¡Para!

Siguieron coreando frases hasta que pasamos la parada de autobús, que se hallaba desierta a esa hora.

-Ya, basta, Hely...en serio, ¿cómo estuvo?-culminó Klaus, adelantándose a lo que sea que Helena iba a decir y yo no pude escuchar.

-¡Klaus!-se quejó Helena, con un gesto que mezclaba risa, bochorno y complicidad y resaltaba la luminosidad de sus ojos bajo los postes eléctricos de la ciudad capital alemana.

-Espera a que me vaya y lo soltará todo-reí.

-Es cierto, me lo contarás cuando me prepares tu cama.

-Que no, Klaus-insistió Helena, golpeándolo suavemente en el brazo-dormirás en el sofá.

-Pero quiero estar cerca, Hely...

Ya, si no me había sentido lo suficientemente inseguro por el hecho de que fuesen amigos demasiado cercanos a mi parecer, ése comentario "inocente" de Klaus pareció convencer a Helena, quien accedió a colocar una esterilla al lado de su cama para hacer una fiesta de pijamas en cuanto llegaran.

-Y palomitas, y malvaviscos, y chocolatinas, y Nerds Wonka, y Gopstoppers...

-Creo que tengo todo en casa, pero luego no te pagaré el dentista.

-Trato, yo te lo pagaré a tí.

Continuaron riendo y haciendo bromas hasta que llegamos al edificio donde vivían Anna y Helena.

-Los dejaré despedirse-rió Klaus, arrebatándole suavemente el llavero de guitarra eléctrica de cristal de colores que Helena tenía en sus manos.

Entró al edificio y desapareció de nuestra vista de inmediato.

-¿Qué harás mañana?-me preguntó Helena.

¿No era el chico normalmente el que planeaba la segunda cita? Pues el hecho de que ella tomara la iniciativa al ver que sus sentimientos estaban a salvo conmigo, me excitaba.

-Estoy ocupado durante la mañana, pero estoy libre a las cuatro...

-Y justo estaré libre a las cuatro, luego de hacer algo de la Universidad.

-¿Aún estás en la Universidad?

-Es mi primer año, Bill.

-Ah, claro...

De nuevo, había olvidado nuestra "pequeña" diferencia de edades, lo que sólo representaba otra diferencia entre nuestros mundos...y un posible separador para un posible noviazgo.

-Entonces, ¿nos vemos a las cuatro?-agregué, notando que por su mente pasaban las mismas deprimidas cavilaciones que se habían instalado en la mía y no se irían por un largo tiempo.

-Claro...¿qué haremos?

-¿Qué tal si vamos a un parque de diversiones?

Sus ojos brillaron ante la perspectiva de obtener adrenalina y a la vez tenerme a su lado.

-¡Eso será genial!

En ese instante, la puerta del edificio volvió a abrirse. Bajo las luces de la entrada, divisé el rostro de Klaus, sin maquillaje, con el cabello despeinado y un sweater y un short demasiado pequeños para ser suyos. Al notar que mi miraba se detenía en su atuendo, explicó:

-Hely, tomé algunas cosas de entre tus pijamas...

-No importa, Klaus, usa lo que quieras.

-¿Puedo ponerme una...?

-Ni lo pienses-dictó mi chica, levantando el dedo anular de forma amenazadora.

-Ya lo hice, Hely linda-rió Klaus-bien, tienen exactamente dos minutos. Así tendremos tiempo de subir al departamento, lo que nos tardará al menos un minuto si usamos las escaleras con tu método para no engordar y llegaremos para sacar las palomitas del microondas en el momento justo.

Klaus desapareció tan rápido como había aparecido.

Contuve la risa, imaginando la razón por la cual mi hermano me había llamado desde el cuarto de baño de mi habitación de hotel. ¡Lo habíamos dejado a solas con un chico gay!

Helena, para no prolongar más una despedida que ninguno de los dos quería efectuar, se acercó a mí y me besó en ambas mejillas. La atraje hacia mí y la abracé con fuerza.

-Te llamaré-le susurré al oído, luego de separarnos con dificultad.

-Esperaré, pero si no lo haces llamaré yo. No creas que podrás escapar de mí, Bill...más te vale que se lo adviertas a todas tus admiradoras.

¿Admiradoras? ¿Había escuchado bien? ¿Cómo sabía ella de mis admiradoras, mis fans? ¿Acaso...? ¿Acaso Tom había contado más de lo que debía? Pero mi hermano gemelo no sería capaz de traicionarme...

-No te pongas así, ¿lo que dije es cierto? ¿Tienes admiradoras de veras?-preguntó Helena, escrutando mi rostro y frunciendo el ceño.

-No...no, claro que no...pero...¿sabes...? Mejor será que subas, Klaus...ya sabes, él...

-Sí, me espera.

Se dio la vuelta y empujó la puerta de entrada, que Klaus había dejado convenientemente abierta con la esperanza de que su mejor amiga irrumpiera pronto en el inmueble.

Cuando también yo me había volteado para caminar las dos cuadras que me esperaban en soledad, escuché sus susurros, seguidos por un sollozo:

-No lo arruines, Bill. Por favor...no lo arruines.

Volví a voltearme. ¿Acaso tenía tanto miedo como yo de que nuestra relación fuera netamente imposible?

Pero no pude preguntárselo, ella ya se había marchado.

Comencé a caminar de vuelta al hotel.

Esto no funcionaría.

Debía decirle la verdad, y lo mejor sería hacerlo temprano.

Volví sobre mis pasos, y toqué el timbre de la habitación que Anna y Helena me habían indicado en el papel, junto con sus números telefónicos.

Era ahora o nunca.

domingo, 29 de agosto de 2010

Capítulo 9: Estúpido tatuaje.

-Relájate, Bill, no tienes que actuar como Tom-le susurré a Bill, riendo.

Él rió también, y al fin se relajó.

Después de la película, regresamos al estacionamiento. Esta vez, Bill encendió la radio. De inmediato, comenzó a sonar una canción conocida para mí.

-And there´s a voice, calling me on...she´s the one-cantamos al unísono.

Bill se acercó a mí lentamente, mientras la voz de Robbie Williams repetía "She´s the one".

-Bill...detente...

Se detuvo. No creí que lo haría, pero por suerte, no era como los otros chicos que yo conocía.

Quería besarlo. ¡Por todos los cielos, tenía tantas ganas de besarlo!

Pero, si lo hacía, de alguna forma su boca iría a parar a mi cuello y sus manos a mi cadera, y si aquello se prolongaba, levantaría con delicadeza mi camisa hasta sacarla y se detendría a contemplarme, y allí...

Vería mi tatuaje.

Ése estúpido tatuaje.

 Nunca había odiado nada que yo misma hubiera hecho, pero ahora me planteaba la idea del milagroso rayo láser para eliminar ese recuerdo del dolor que había marcado para siempre mi piel.

-¿Qué pasa? ¿No quieres...?

Sí quiero, más de lo crees, pero sería demasiado complicado explicarte ya mismo que soy una vedette, que te he ocultado algo desde que nos conocimos...

-Es sólo que...¿podríamos...? Creo que vamos demasiado rápido.

-¿A qué te refieres?

-Tú tienes 24, pero recuerda que yo aún tengo 17, Bill...

-¿Crees en eso de la diferencia de edad?-me preguntó, confundido.

-Nunca lo he hecho. Aunque tuvieras 30 y yo 15 saldría contigo, o si fueras menor que yo. Es sólo que...no quiero sexo en la primera cita, prefiría...

-Conocernos mejor, te entiendo. Pero...¿sabes? Siento como si te conociera desde siempre, es algo tan extraño...

Sí, mein liebe, yo siento lo mismo...

-Lo sé, es súper extraño, lo he sentido también.

Es increíble la forma en que mis sentimientos y los suyos caben en ésas miradas que compartimos.

Miradas que valen más que palabras.
Miradas que desechan verdades amargas.
Miradas que acogen sueños e ilusiones.
Miradas que encienden las más escondidas pasiones.

Miradas...nuestras miradas...





Helena quería parar. No estaba nada bien para mí, pero podía entenderlo.

-¿Regresamos a casa?

-Por favor...

¿Era necesario disculparme o algo así? ¿O acaso ella había sentido lo mismo que yo? Bueno, algunos sucesos del futuro me hicieron creer que yo había sido sólo una experiencia más para ella, y ni siquiera una que recordaría a la mañana siguiente; pero en ése momento, estaba enamorado. Completa y desquiciadamente enamorado de Helena. Y dolía saber que ambos vivíamos en mundos tan diferentes, yo bajo el foco y la atención de los medios y ella moviéndose en las sombras de la fama, luchando por ser alguien que no quería ser para lograr algo que sí le importaba. No sé exactamente quién de nosotros
tenía la vida más complicada, pero algo era seguro: todo lo que sucedía entre nosotros, aunque pareciera acercarnos, nos alejaba. Mi amor por ella era el único puente que lograría llevarme a su mundo, y el hecho de ser correspondido corroboraba que sería bien recibido allí...

Hasta el día en que le contara la verdad acerca de mí.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Capítulo 8: La rinoplastia de Tom.

-¡Deliraste!

-Calla, Tom.

-¡Deliraste! ¡Esto es genial, de veras! ¡Ya te volviste loco!

-Calla, Tom.

-¡Estás enamorado de Helena y ves su cara en todas partes!

-Calla, Tom.

-¿Ahora mismo ves su cara en la puerta? Porque desde que entré no me has mirado a los ojos. ¿O temes ver su cara sobre mi cuerpo?

Un cojín particularmente duro golpeó a mi hermano en el rostro. Lanzado con la fuerza de mi furia, le había dado de lleno en la nariz, dejándola enrojecida por completo.

-Si debo hacerme rinoplastia, te juro que haré que Georg me la pague-gruñó Tom, masajeándose la nariz y los pómulos.

Reí. ¡Era imposible para mí estar enojado con mi gemelo!

-Bien, puedes ir pidiéndole el dinero entonces, porque si vuelves a hacer esos comentarios...-mi hermano se acercó a la ventana de la sala y apartó las cortinas-Tom...Tom, escúchame...¿Tom me estás escuchando? No, creo que no me estás escuchando.

-Shhh, Bill. Son Anna y Helena.

Me levanté con rapidez y miré por la ventana. Efectivamente, allí estaban ellas...con dos chicos. Uno muy alto, corpulento y de largo cabello rubio iba tomado del brazo de Anna; y otro (que en definitiva no me agradaba) de cabello negro y un flequillo que ocupaba la mitad de su cara, caminaba muy cerca de Helena.

-¿Crees que salga con él?-le pregunté a Tom, sintiendo como la furia que me había bajado su chiste volvía a subir y se instalaba en mi pecho.

-Pues es obvio que Anna sí lo hace con el de cabello largo, pero Helena...oye, ¿qué tal si las llamamos? Mencionaste que tenías sus números, invítalas a subir.

-No creo que sea una buena idea...

Sin prestar atención a mis pensamientos y comentarios negativos acerca de sus ideas, mi hermano tomó mi móvil y le marcó a Helena. Me acerqué a la ventana de nuevo, y llegué justo a tiempo para ver cómo sonreía al leer mi nombre en la pantalla, contestaba aún con esa sonrisa, y levantaba las cejas de sorpresa en cuanto sonó la voz de Tom.

Al poco tiempo, desaparecieron de mi vista, y no pude saber si iban a entrar o seguirían su camino porque la visión de Helena me había dejado tan embelesado que apenas había escuchado un par de palabras pronunciadas por Tom.

-Se ve muy cómoda con ese chico.

-Bill, no seas...

Ding, dong.

-¿Qué? ¿Celoso?

-Exacto...oye...

-Ya sabes que soy así, Tom...

Ding, dong.

-Bill, están...

-No puedo creerlo, tú decías que...

-Bill...

-...pensé que ella...

-Bill...

Ding, dong.

-...es extraño.

-Bill, alguien...

-¡Y yo viendo su rostro en todas partes! No puedo creerlo, soy tan idiota...

-¡Bill!

-¿Qué?

-Alguien está tocando a la puerta.

Y, efectivamente, interrumpí mi monólogo de la desgracia al tiempo que corría hacia el lente de la puerta.

-Son ellas.

-¿Helena y Anna? ¿Vienen solas?

-No...están con ellos.

-¿Qué?

-Sí...¿abro?

-No, déjalas en el pasillo.

-¿Seguro, Tom?

-¡Era sarcasmo! Dios, ahora sí estás loco...

Si hubiera tenido un cojín al lado...pero, por desgracia, estaba lejos del sofá, así que me limité a abrir la puerta, saludar a las chicas e ignorar olímpicamente a los que creía eran sus novios.

-Bill, Tom, ellos son Franz y Klaus-presentó Helena-Franz es novio de Anna y Klaus es mi mejor amigo.

-¿Mejor amigo?-pregunté, sonriendo.

Supuse que mi sonrisa era macabra o psicópata, porque Helena gruñó, frunciendo el ceño:

-Sí, Bill, sólo somos amigos.

-¿Celos?-se burló Franz, pasándole un brazo por los hombros a Anna, que sonrió tiernamente.

-Puedes estar tranquilo, en serio...-dijo Klaus, sentándose en el sofá al lado de mi hermano-tú debes ser Tom.

-Ah, ¿Helena te ha hablado de mí?-preguntó mi gemelo, sonriendo con autosuficiencia al tiempo que me daba una rápida mirada.

-No. Nos presentó al entrar. Es un gusto-enfatizó la palabra-conocerte, Tom.

-Eh...bien...qué bien...

-¿Les gustaría beber algo, Helena?-pregunté, dirigiéndome premeditadamente al minibar.

-Sólo estamos de paso, Anna tenía la imperante necesidad de comunicarles que ella y Franz volvieron a ser novios-respondió Helena, siguiéndome.

Nos sentamos uno al lado del otro en el bar. Aunque Helena insistió, serví un par de vasos con té helado.

-¿Qué hiciste anoche?-me preguntó, antes de beber un sorbo de té.

Casi me atraganto con el mío. ¿Cómo supo...? No, espera, calma, Bill...ella no podía saberlo.

-Dormir...y...ya sabes...dormir, sólo...sólo eso-titubeé, apurando el resto de mi vaso de té.

-Es extraño. Ya sabes, tú hermano...a él...le gusta mucho salir con chicas y eso...y tú...¿estás solo? Éso es extraño.

-No soy como él. Aunque Tom tiene un gran corazón y lo amo...a veces trata a las chicas como juguetes desechables, yo no soy capaz de hacer eso-expliqué, sin apartar la mirada de sus ojos, en los que casi podía distinguir adoración...y el sentimiento era recíproco-creo en el amor verdadero a primera vista, y que sólo me enamoraré de verdad de una chica, no más de una.

-Eso es muy lindo, Bill-dijo Helena, sonriendo-pienso lo mismo.

-Oye...-miré a nuestros acompañantes. Klaus mantenía entretenido a Tom, y Anna y Franz se susurraban cosas al oído mirando por la ventana a una típica noche en la capital alemana-¿qué tal si huímos de aquí? Conozco un buen centro comercial al que podemos ir y...

-¿Será..silencioso y pacífico?

-Si es lo que quieres, sí.

-Entonces sí-rió Helena.

Tomamos nuestros sobretodos y bolsos del perchero al lado de la puerta y nos escabullimos con cuidado, aunque no era necesario: todos estaban tan ocupados en sus propias conversaciones que no nos prestaron atención.

-¿Quieres comer algo, o tomar algo, o ir a bailar o...? No sé, podemos hacer lo que quieras-sugerí, mientras nos dirigíamos al estacionamiento del hotel a buscar mi A7.

-Vamos al cine.

Me sorprendió su petición. ¡Había ideado una cita en sólo unos segundos! Pero, por motivos obvios, yo no me negaría.

Conduje hacia el cine mientras escuchábamos y cantábamos Innocence, de Stereophonics. Tardamos sólo un par de minutos en llegar al centro comercial más cercano.

-¿Qué película veremos?-pregunté, mientras observaba los carteles de los films antiguos.

-A room with view.

-Una película perfecta para citas-dije, con una sonrisa pícara. Ese tipo de films eran los preferidos por las parejas para besarse en la oscuridad del cine mientras los demás se concentraban en el drama.

-¿Quieres que ésto sea una cita?

-Creí que ésto era una cita.

-Me incomodaría estar en una cita con un chico que gusta de mi hermana-dijo Helena, mirando al piso.

La tomé de la barbilla para que me mirara a los ojos.

-¿De dónde sacas la satírica idea de que me gusta tu hermana?

-Pues...la elegiste a ella para la cita doble, y si te soy sincera...

-Creíste que irías a la cita doble conmigo.

Asintió con la cabeza, riendo.

-Yo también creí que iría contigo, pero al parecer tu hermana y mi hermano no creyeron lo mismo...

-Es extraño...quiero decir...Bill...¿quieres estar con mi hermana o quieres estar conmigo?

Le tomé las manos.

-Eres la única a quien quiero, Helena.

Me acerqué con lentitud a sus labios, y sentí sus manos calientes acariciar mi pecho aún sobre la gruesa ropa de invierno que llevaba. Quería besarla, tenía tantas ganas de besarla...pero...

Sonó mi celular.

-¿No contestarás?-preguntó Helena, dirigiendo su mirada hacia mi bolso, que no paraba de sonar y vibrar.

-Mmm...¿debo hacerlo?

-¿Qué tal si es algo importante?

-Bien, lo haré.

En ese instante, sonó el móvil de Helena. Ella lo tomó de inmediato y contestamos al mismo tiempo.

-¿Hola? Anna...no, no me perdí...volveré en...no se...-me hizo señas, preguntándome a qué hora volveríamos.

-¿Hallo? Tom...no estoy perdido, volveré en cuatro horas-le indiqué a Helena.

-Volveré en cuatro horas, Anna. Ve con Franz a donde quieras... Sí...¡pero que no toque mis cosas! Bien...Adiós, te quiero.

-Cuando vuelva haremos algo, Tom...espera...¿me estás llamando desde el baño? Lo supuse, por el eco...bueno...si, le diré a Helena...sí, Tom...okay...si...sí, padre y mentor Tom-reí, al igual que Helena-¿ya terminaste? Bien, adiós.

-Gemelos-dijimos Helena y yo a la vez, poniendo los ojos en blanco.

Hice la fila de las palomitas y Helena la de los boletos. Como la de la comida avanzó más rápido, me encontré con ella en cuanto alcanzó la taquilla.

-Ni lo pienses-advertí, en cuanto sacó su billetera.

-Vamos, Bill, tú compraste...suficiente comida para cuatro personas.

-Hoy no es un buen día para seguir tu dieta de modelo, Helena-me burlé, mientras pagaba los boletos.

Nos dirigimos hacia la sala correspondiente y nos sentamos en la última fila, la más lejana a la gran pantalla.

En cuanto las luces se apagaron y comenzó la película, recordé todo lo que Tom me había dicho y yo había fingido ignorar. Primero, si tenía esperanzas de que ocurriera cualquier tipo de contacto físico en ésa ocasión, debía rodear su cuello con mi brazo. Luego, si ella me correspondía, se recostaría en mi hombro. Si todo iba bien hasta ahora, podría girar su rostro y tornar a besarla...

Pero yo no me creía capaz de hacer todo eso.

Mi hermano, mi precioso hermano...no me había dado ni un sólo consejo sobre chicas que me sirviera.

A pesar de mi timidez y la de Helena, en el clímax del film, ella me tomó de la mano y se recostó sobre mi hombro. Rodeé su cuello con mi brazo derecho, sonriendo, y coloqué mi cabeza sobre la suya.

Era tan confortable sentir el contacto de su mano sobre la mía...

De nuevo, pensé en cómo haría para besarla, pero ella se me adelantó otra vez.

Giró su rostro hacia mí y se acercó a mi cuello, susurrando algo que yo esperaba fuera una declaración de amor.

martes, 17 de agosto de 2010

Capítulo 7: Phantasia.

Desperté muy temprano a la mañana siguiente. Extrañamente, Tom no había ido a despertarme con un balde de agua fría o algo por el estilo, sino que entró a mi habitación y se sentó en el gran sillón de la sala, mirando particularmente a la nada.

-Bill, ¿crees que...?

Lo miré. Tras varios segundos, prosiguió, hablando en voz muy baja:

-¿Crees que yo sea capaz de enamorarme?

-¿Tú no crees que seas capaz de enamorarte?

Negó con la cabeza, esbozando una sonrisa melancólica.

-Vamos, Tom, eso es absurdo-reí, mientras me sentaba a su lado en el sofá-cualquiera puede enamorarse. Además...¿no estabas enamorado de Helena?

-No lo sé, Bill...la mitad de las veces que me mira, creo que lo hace porque me parezco a tí. Ella planeaba que su cita fueras tú, ella iba a tomar tu mano justo cuando Anna se le adelantó. Ella es la indicada para tí, pero para mí...

-No quiso tener sexo contigo-advertí, esbozando una sonrisa de autosuficiencia.

-Ni siquiera se lo pedí.

-¿No tuviste el valor para hacerlo o qué?

-En mis ojos ella buscaba los tuyos, Bill...¿imaginas que se lo hubiera pedido y luego ella gritara tu nombre o algo así?

-Habría sido incómodo-concedí-hey, pero, ¿éso te hace pensar que no puedes enamorarte? ¿El hecho de que no le gustes a una chica?

-No lo entiendes...ella no es una chica, ella es "la" chica.

Lo miré, extrañado.

-¿No acabas de decirme que no era la indicada para tí?

-Sí, y es cierto, pero me decepcionó el hecho de que hasta le regalé un caro collar y no pude llevarla a la cama.

-Serás idiota, hermano...espera, ¿le regalaste un collar?

-Corrección, Bill: un caro collar. 24 kilates en la cadena de oro y un colgante de granate.

-¿Granate?

-Sí, granate...-se jactó Tom, riendo por lo bajo. Su estado sentimental había pasado de la depresión a la burla considerablemente y con una velocidad alarmante hasta para una persona con trastorno bipolar.

-¿¡Usaste mis ideas sobre joyas con Helena!?-me sobresalté.

-Sí...algo así. Tú no especificaste nada sobre que el collar debía ser comprado en Tiffani's, así que prácticamente mejoré lo que dijiste.

-¿Cómo te atreves a hacer algo así, Tom?

-Vamos, Bill, no hagas un drama. Fue un regalo cualquiera a una chica cualquiera. Debemos hacer un puente y superarlo. ¿Quieres venir a una fiesta después del ensayo? Phantasia incluída.

-¿Qué es eso?

-El mejor grupo de vedettes de todo el mundo. Lástima que no hagan giras, hasta podríamos llevarlas con nosotros...

-Ja, ja, qué risa, Tom...-un sonido me apartó de las predicciones que hacía acerca del ambiente de la fiesta-es tu móvil, ¿no contestarás?

Tom negó con la cabeza y salió de la habitación.

Por un instante, recordé esa vez en la que me había puesto a la tarea de fiscalizar las llamadas entrantes para Tom. Su agenda telefónica abarcaba la gran cantidad de 1558 personas, entre ellas "rubia guapa", "morena de fuego", "no contestar" y "desesperada". Una agenda bastante peculiar...

Al culminar el fatídico ensayo (en el cual Jumbie, mi avión escala a control remoto, se vio atrapado de nuevo en el techo y ésta vez no pude recuperarlo) me dejé guiar por mi hermano gemelo hacia un club de élite en Berlín. Era uno de ésos sitios para caballeros donde se debía vestir en esmoquin pero no era necesario tener tantos modales como cuando te encuentras con una chica. Los sitios que a Tom le gustaba frecuentar, y a los que me arrastraba en nuestras salidas de gemelos.

-Ven, nuestros lugares están por allá-me indicó Tom, señalando la sección más cercana al escenario, cordonada por una cinta en la que ponía "VIP".

-¿Compraste boletos o algo así?

-No, ¿cómo crees? Me los han regalado.

-¿Quién?

-¿Recuerdas a "desesperada", de mi agenda telefónica?-asentí. Había sido muy gracioso como para poder olvidarla-resulta que se mudó a Hamburgo. Yo no lo sabía, me enteré la noche pasada cuando la llamé y me lo contó.

-¿Y estabas tan desesperado como para llamarla?

-Era muy tarde y ninguna acudiría a encontrarme en una nueva dirección que bien podría ser falsa.

-No se confían de tí, ¿eh? Y sin embargo cada vez que te ven tienen sexo contigo.

-Así son las cosas, Bill. En fin, me acosté con ella anoche y luego le comenté que me gustaría venir a uno de éstos sitios. Le dije que no tenía dinero por ahora y que pensaba traerte para tu cumpleaños y me ha comprado los boletos al amanecer, ¿puedes creerlo? No bromeaba con lo de desesperada. ¡Creo que es bisexual! Cuando me recomendó este sitio, cito literalmente, dijo que era el lugar donde había encontrado un montón de chicas hermosas, y hasta me confesó que había entrado aquí a hurtadillas vestida como un hombre para volver a ver a las vedettes-rió Tom, sentándose en nuestros asientos privilegiados...y de seguro, envidiados por el resto de la concurrencia.

Al instante, aparecieron ocho chicas, todas usando ropa interior de pedrería, con faldas largas confeccionadas en tul o algún tejido parecido, pies descalzos y cinturones y tobilleras forrados en cascabeles. Los rostros se mantenían ocultos, pues cada una portaba un antifaz y el resto de la cara estaba cubierta por un trozo de tela hecho del mismo tejido que la falda.

-Mira, ahora debo advertirte, como estamos sentados aquí, debemos simpatizar con ellas-dijo Tom, que casi babeaba al ver como una chica rubia movía las caderas provocativamente al ritmo de la danza árabe-algo como "éstas que ardes esta noche" o...

-¿Puedo decir algo menos grotesco?

-Mientras no digas "dulzura", "corazón", "mi amor" o "honey" todo estará bien.

-¿Qué pasa si digo algo como eso?

-Se enojarán. Y aunque no te lo harán saber, la pagarás caro, porque no se te acercarán en el resto de la noche.

-Tienes mucha experiencia-reí-¿crees que...?

La pregunta murió en mis labios. Una preciosa morena se acercaba peligrosamente hacia mí, danzando con elegancia y misterio, diferente a las demás. Al llegar frente a mí, ejecutó un shimmy, al tiempo que una pelirroja se acercaba a mi hermano. En otras condiciones, habría girado mi cuello para ver la reacción de mi gemelo, pero la mirada de la chica me había cautivado. ¡Había algo tan familiar y a la vez exótico en ella!

Dirigí mi mirada hacia el resto de su cuerpo. En la parte izquierda de su cadera lucía el tatuaje de un ave. Era hermosa, un ave azul rey que parecía sonreír. Tenía las alas abiertas, de modo que lo que supuse eran llamas color carmín no lograban alcanzarlas. Aunque sólo pude ver la parte superior del tatuaje, adiviné que debajo refulgían más llamas, tal vez rodeando sus patas.

Devolví la mirada a su rostro. Ambos compartíamos una sonrisa de complicidad en los labios.

Paró de bailar. Todo se detuvo para mí. Me fijé en la parte del rostro que se trasparentaba debajo del velo y los orbes que relucían en los agujeros del antifaz.

¡Era Helena!

Como si me leyera la mente y supiera que pensaba en alguien más, la chica se alejó de mí y comenzó a coquetear con un hombre que a pesar de llevar esmoquin, al igual que Tom y yo, se veía como estudiante de secundaria, y sonreía embobado al ver a mi chica dándole la espalda al tiempo que movía ágilmente las caderas, haciendo tintinear los cascabeles...

Momento, ¿mi chica?

¡Pero si era una desconocida!

¿Podría ser que me enamoré...de una vedette?

jueves, 12 de agosto de 2010

Capítulo 6: La audición.

Habían tantas cosas que no podría explicarle a Bill...pero, las dos cosas que más me dolía ocultarle eran mi trabajo a medio tiempo y la situación de mi familia.


Tanto Anna como yo proveníamos de familias problemáticas. Anna nunca tuvo dinero suficiente para nada, y aunque yo no estaba tan mal, tampoco gozaba de mucho. Nos conocíamos desde siempre, porque su madre y mi padre eran buenos amigos, hasta que comenzaron una relación (cuando aún la de mi padre y mi madre no había acabado) y todo salió mal. Y como ellos se separaron, también nos separaron a Anna y a mí. Viví con mi madre un par de meses hasta que murió por intoxicación y me vi forzada a volver a vivir con mi padre. Fuimos a colegios diferentes: yo a un internado en Inglaterra y ella a una pública en España, pero cuando regresé al país nos encontramos de nuevo en la Universidad y volvimos a ser amigas de inmediato. Cuando acabó nuestro primer año en la universidad, nuestras vidas se complicaron aún más. Un día que hasta ese momento había sido cuaquiera, nos llegaron las noticias en medio de una clase de que mi padre había muerto y a su madre la enjuiciaban para ir a la cárcel por robo a mano armada.

Ése fue el primer día del resto de nuestras vidas. Con nuestros trabajos a medio tiempo habíamos ahorrado lo suficiente para salir del país y comenzar vidas completamente nuevas. Hicimos los trámites para continuar la universidad por correspondencia y compramos boletos de avión hacia el primer país que se nos ocurrió. Y al llegar a Alemania, compramos un viejo departamento de dos habitaciones.

Por la mañana, somos meseras en un restaurant japonés; por la tarde, estudiamos por correspondencia; y por la noche...

Somos vedettes.

Alrededor de las 6: 00 p. m, Anna y yo nos dirigimos a la sede en Berlín de una de las más reconocidas cadenas televisivas alemanas. Me había inscrito en un casting para una nueva novela que estrenarían el año próximo. Las grabaciones comenzarían en cuatro meses, pues aún debían encontrar al resto del elenco y perfeccionar las locaciones.

-Buena suerte-me deseó Anna, antes de unirse al público sentado detrás de las cámaras.

Sonreí, y a la señal del director, comencé a interpretar una escena del libreto.









-¡Dios! ¡Eso ha estado fenomenal!

-Calla, Anna, cuando hablas de ese modo me das mal fario.

-¿Pero de qué hablas? ¿Acaso quieres que deje pasar lo encantadora que has estado en la audición?

-Haría bien, al menos hasta que le contemos a Bill...

-Estará durmiendo, no creo que se despierte sólo por escucharnos.

-Y además es muy temprano para decir que ya tengo el estelar, creo que tienes razón, no debí...¡pero qué cosas digo! ¿Ya? ¿Lo ves? Me has dado mal fario. Espero que no se pase a la audición...

-¡Yo no he hecho nada!

-Me has contagiado tu mala vibra.

Al escuchar aquellas voces conocidas en el pasillo, me levanté de la cama y corrí a abrir la puerta.

-¡Bill!-gritaron ambas, al verme.

-¿Estábas dormido?-preguntó Anna. Noté que su mirada se fijaba en mi cabello y lamenté no haberme peinado antes.

-Eh...si...-musité tímidamente, dejándome caer en el sofá-¿qué las trae por aquí?

Helena me miró. En sus ojos refulgía el brillo del sol al amanecer mezclado con los misterios que escondía la luz de la luna llena.

-¡Lo he logrado, Bill! ¡Pasé a la segunda ronda del casting!

-¡Eso es genial!

La abracé e inmediatamente me dirigí al minibar.

-Hay que celebrar, ¿no les parece? ¿Qué te gustaría, Helena?

-Mmm...una copa de Crystal estaría bien.

Busqué entre las botellas hasta dar con una de etiqueta plateada. Anna tomó cuatro copas y las colocó en hilera frente a mí.

-Somos tres, Anna-le dijo Helena, riendo.

-Lo que sucede es que sé que Bill invitará a su maravilloso hermano a acompañarnos.

Ay, no...ahora...¿cómo les decía que...?

-Mi hermano...sí, mi hermano...eh...está...ocupado...ya saben, durmiendo-añadí, al ver que Helena adivinaba todo lo que yo no estaba diciendo-y...él...

-¿Vendrá?-preguntó Anna.

-No-dictó Helena, entrecerrando los ojos. En su mente, ya estaba ideando un plan que se llamaría "Las 400 formas de hacer sufrir a Tom Kaulitz"-pero Anna, no nos hace falta Tom-añadió un segundo después, cambiando su expresión vengativa por una de sincera felicidad-vamos, es mi día. Si Tom estuviera aquí seguro nos distraería. No quiero que venga.

-¡Pero qué dices, Lena!-se quejó la otra-si asegurabas que Tom mola.

-Sí, pero...ya sabes...-comenzó a explicar Helena, sin saber exactamente cómo rebatir el argumento de su gemela.

-No hay que agotar la novedad-culminé yo, entregándoles las copas con champaña y guardando la sobrante-por tí, Lena.

Brindé por ella, y Anna añadió.

-Por tu suerte, para que no digas que te doy mal fario. Y...para que encuentres a tu amor verdadero a primera vista.

Helena se ruborizó a más no poder, y al instante, yo también comencé a sentir un calor insoportable en la habitación. A Anna, en cambio, se la veía muy tranquila, bebiendo el licor de su copa a pequeños sorbos mientras repasaba con la mirada la decoración de la habitación.

-Oye, Bill, ¿has decorado tú o lo han hecho los del hotel?

No, realmente había decorado el staff, pero éso no podría decírselo a ellas.

-Han sido los del hotel-no me culpen por mentir, era lo más cercano a la realidad-pero los cds, dvds, libros y cosas por el estilo, son míos.

Helena se acercó a una vitrina que usaba como biblioteca. Examinó los títulos de cada uno lentamente. No esperaba satisfacer sus exigencias literarias. Es decir, según lo que me había contado Anna, ella era una escritora, y yo apenas había leído algunos pocos libros en toda mi vida, y la mayoría de ésos eran textos escolares obligatorios. Por eso, me sorprendí cuando dijo:

-Me gustan tus libros, Bill.

-No son tan buenos como los tuyos...

-¿Bromeas? No has leído mis libros.

-No necesito leerlos, seguro son maravillosos.

Anna, sentada en una butaca, casi se ahoga con la champaña.

-Pues...me halagas, pero...creo que al menos deberías leer uno antes de decir eso-dijo Helena, sonriendo.

Tenía una sonrisa preciosa...una de esas que podían hacer que el más frío día de invierno se convirtiera en cálida primavera.

-Oye, lo he estado pensando y...si eres escritora y eso te agrada...¿por qué has entrado a un casting de actuación?-pregunté, acabando el contenido de mi copa.

-Porque si alcanzo fama y dinero como actriz podré publicar mis libros. Si no tengo dinero no podré pagar las impresiones y si tengo fama antes de publicar hay más probabildad de que mis libros sean exitosos.

-Te explico, Bill: Lena lo planifica todo-se burló Anna.

-Así es mi hermano, no puede creer que algo se salga de sus planes-reí, poniendo los ojos en blanco.

-Es perfecto, porque yo soy lo opuesto a Lena, y tú eres lo opuesto a Tom-dijo Anna, con un tono de voz más adecuado para la presentación de una tesis que para una conversación informal a la medianoche-así que yo me equilibraría con Tom y tú te equilibrarías con Lena.

-¡Pero qué cosas dices!-rió Helena, sentándose al lado de su gemela-oye, Anna, es muy tarde, deberíamos volver a nuestro departamento.

-¡Casi lo olvido!-gritó Anna, y de inmediato comenzó a buscar en su minúsculo bolso.

Al parecer, lo que buscaba estaba en el fondo, porque tuvo que sacar todas sus pertenencias (incluyendo algún par de cosas muy vergonzosas) para dar con lo que buscaba. Wow, o Anna era una especie de Mary Poppins, o le habían hecho con encantamiento espaciador a ese bolso como en Harry Potter o...era cierto lo que nunca creí acerca de los bolsos minúsculos de hoy en día.

-Aquí tienes.

Tomé el trozo de papel que me extendía. En él, ponía una dirección y cuatro números telefónicos.

Miré a Helena, que captó de inmediato y comenzó a explicarme.

-La dirección es de nuestro departamento, a un par de cuadras de aquí. El primer número telefónico es mío, el segundo de Anna, el tercero es el de nuestro teléfono local en el departamento y el cuarto lo podrás usar sólo en caso de emergencia, es del lugar de reunión en el que nos encontramos todas las amigas a menudo.

-Amigas, como...¿una fraternidad?-pregunté.

-Somos más que una fraternidad-dijeron ambas a la vez. Y, como de costumbre, me estremecí-¿por qué haces eso?

-Es que...cuando...cuando lo hacen...ya saben...eso...eso de hablar ambas al mismo tiempo...es escalofriante.

-Tú también lo haces con Tom-de nuevo, hablaron a la vez-lo sentimos, es algo que no podemos evitar. Créenos, lo hemos intentado y...¿ya ves? No funciona.

Me uní a las risas de ambas, que se despidieron un par de minutos después.

Y, luego de guardar la botella casi acabada de Crystal, me dormí con una sonrisa en los labios.

lunes, 26 de julio de 2010

Capítulo 5: Comprensión.

Anna y yo subimos a la terraza del hotel. Ella parecía emocionada, yo sólo lo había hecho por complacer a Helena. Al no tomar mi mano en un primer momento, y al rechazar la oportunidad de sentarse frente a mí, me di cuenta de que ella no esperaba que yo fuera su pareja en ésta doble cita...y Tom, ni corto ni perezoso, aprovechó la situación.

-Es una linda noche-comentó Anna, en cuanto nos hallamos en la azotea-¿tu hermano y tú...?

-¿Sí?-pregunté, al notar que su voz se iba apagando hasta desaparecer como un susurro.

-Te preguntaba si tu hermano y tú son muy unidos.

-Por supuesto-respondí automáticamente-somos gemelos. Así es como debe ser.

-Pero...¿se aman tanto porque deben hacerlo o porque los sentimientos se han dado naturalmente?

Lo pensé por un instante. ¡Pero si no había nada que pensar! Yo amaba a Tom, y Tom me amaba a mí...eso es todo lo que necesitábamos saber acerca de nuestra hermandad.

-Lo amo, su sangre corre por mis venas...nunca habrá para mí alguien como Tom. Nunca.

-Eso que dices es muy lindo, Bill.

-Supongo que sientes lo mismo por Helena.

-Así es. Lena lo es todo para mí. Ella es todo lo que me queda y yo soy todo lo que le queda. Somos...¿cómo explicarlo...? ¿Como almas gemelas? Bueno, algo así. Por eso nos llamamos gemelas dicigóticas. No nos parecemos físicamente, pero...ya sabes, éstas cosas no van por lo físico. Ella es genial, y nos hemos apoyado la una a la otra en las malas y hemos disfrutado juntas las buenas.

Entonces, se me ocurrió una idea estupenda. ¡Anna era la única persona que conocía a la perfección a Helena! Podría preguntarle acerca del pasado de su hermana y ella no descubriría nada oscuro en mis intenciones.

-¿Sabes algo acerca del pasado de Helena?-pregunté, con mi rostro más inocente, al tiempo que sacaba una caja de cigarrillos de mi chaqueta y le ofrecía uno.

-Lo sé todo, excepto lo que sucedió en el internado inglés.

-¿Internado inglés?

-Sí, Lena fue a un internado luego de que sus padres se separaron por...bueno, eso no puedo contártelo-se detuvo, mientras sacaba un cigarrillo de mi caja. Le extendí el encendedor, y tras varias caladas, prosiguió-sufrí mucho cuando no pude verla. Es mi hermana, aún hoy no sé como sobrevivimos tanto tiempo alejadas...yo nunca había estado más de un día sin Lena, y sin embargo, tuve que pasar nueve años sin ella.

-De seguro también le dolieron a ella.

-No lo sé...consiguió muchos amigos muy pronto. De hecho, había un chico llamado Klaus...

-¿Klaus?

-Sí...un chico alemán que de alguna forma fue a parar al mismo internado que Lena. Lo mencionaba mucho en los mails que me enviaba. Creo que era su mejor amigo.

Hubo un momento de silencio, que Anna rompió.

-Bill...sé sincero conmigo, ¿te gusta Lena?

¿Llegué a ser tan obvio?

-No lo sé. Lo lamento, pero tampoco sé si me gustas tú. Con el tiempo, he llegado a cerrarme respecto a las relaciones y todo eso...no es como si pudiera...ya sabes...ignorar mis sentimientos, pero...ahora pienso mucho más en las consecuencias que podrían traerme relaciones que antes veía inofensivas.

-¿Y qué te hizo llegar a ser tan frío?

Las potenciales relaciones con fans...pero éso no se lo diría a ella.

-Muchos...engaños amorosos, ya sabes como son...

-Claro que lo sé. Mi ex novio más reciente, Franz...es un idiota. El otro día, nos siguió a mí a Lena después de...

La miré. De nuevo, su voz se había extinguido, y me pregunté si no guardaría algún secreto.

-¿Después?

-Después de...salir del trabajo...fue a buscarme, y Lena lo enfrentó por mí, porque intentó golpearme y...fue horrible.

Sentí que Anna comenzaría a llorar en cualquier momento, pero en vez de eso, rió.

-¿Puedes creerlo? Yo no. No logro entender cómo no escuché a Lena desde un principio. Comencé a salir con él cuando iba a la Universidad en España, aunque Lena me advirtió que no lo hiciera, y lo dejé sin muchas explicaciones cuando viajamos acá, pero no contaba con que él tenía familia aquí, en Berlín. Supuse que al venir a Alemania no volvería a encontrarme con él. Bueno...supongo que si las cosas nos salen bien en nuestro próximo viaje, no tendré que verlo de nuevo.

-¿Viajarán? ¿A dónde?

-Aún no lo sabemos. Lena me dejó decidir. Es un viaje por nuestros 18, así que debe ser un país en el que seamos mayores de edad.

-Aquí lo serán.

-Pero...no lo entenderías, Bill. Si Lena, lo explicara, tal vez...yo tampoco lo entendí en el primer instante, pero luego...Lena hace que todo se vea fácil, hermoso y lujoso. Podría convertir un trozo de coralina en granate. Es una de sus gemas favoritas.

¿Granate? Había hablado del granate ésa mañana con Tom, para romper un incómodo silencio que vino luego de nuestras declaraciones sentimentales. El granate era la piedra preciosa que simbolizaban el amor y la constancia. Al ver el repentino interés de Tom luego de que le contara aquello, comencé a nombrar otras piedras y sus valores, para así auyentar al fantasma de rencor que se había instalado durante unos segundos entre nosotros. Tom bromeó acerca de que cualquier chica se acostaría conmigo si le regalaba una de ésas joyas y, cuando creyó que yo no prestaba atención, susurró que tal vez él debería intentar eso. Más tarde, cuando salíamos del hotel en compañía de Georg y Gustav, los demás miembros de nuestra banda, bajista y baterista respectivamente, me explicó una de sus extrañas ideas. Ya que ambos gustábamos de Helena, él insistió en que lo justo sería acelerar un poco mi proceso de declaración, puesto que era muy lento en ésos asuntos. Al preguntarle cuál era su plan, me sugirió una pequeña apuesta. Quien obtuviera un "te amo" de sus labios primero, se quedaría con ella.

Todo el asunto me parecía extremadamente machista y estúpido, pero me sentía tan mal en aquél instante que acepté. Además, me lo proponía Tom. Él nunca me daría algo malo. Excepto cuando me propuso fumar...y drogas en una fiesta...y viagra...pero claro, siempre podía negarme...

-Bill, ¿estás bien?

-Sí...claro...

-Entonces, ¿estás de acuerdo conmigo?

-Sí...por supuesto, lo que dices está genial.

-Qué bien. Me parece excelente.

-¿Podrías...decirme por qué piensas eso? Es decir, ¿por qué piensas aquello en lo que te apoyo. Yo tengo mis motivos pero quiero saber los tuyos.

-Oh, Bill...es obvio que a Helena le gustas, pero ella es tan lenta en éstas cosas...

-Y...¿por qué me estás diciendo todo ésto? ¿No crees que sería mejor hablar con ella directamente?

-Ahora mismo no creo que eso sea posible. Sucedió algo entre nosotras y...bueno...creo que nunca volveremos a ser completamente como éramos antes.

-¿Algo se rompió?

Lo entendía: era exactamente lo que sentía ahora mismo acerca de mi relación con Tom.

-Escucha, Anna...necesito tu ayuda en algo.

-Claro, lo que quieras, Bill.

Le expliqué mi plan. Era corto, conciso, práctico...y contenía todo lo necesario para obtener ese "te amo".









Anna y yo regresamos a nuestro departamento en cuanto ella y Bill bajaron al jardín. Tardaron mucho, así que Tom y yo (más bien yo) nos vimos obligados a mantener una conversación vana acerca de Audi y la trayectoria de Aerosmith.

-¿Qué tal ha estado?-le pregunté a Anna, introduciendo mi llave para poner en funcionamiento el ascensor. Normalmente tomábamos las escaleras para no engordar, pero ambas llevábamos tacones aguja en aquella ocasión.

-¿Qué?

-Ya sabes...Bill...tú...solos en la terraza...

-Ah, no ha estado mal. Es un gran chico...

-Lo sé.

-...para tí, Lena, no para mí.

La miré. ¿Realmente había escuchado aquello?

-¿Qué dices?-pregunté abriendo mucho los ojos.

-Dije que Bill era un gran chico, pero es tu chico.

-¿Qué te hace pensar eso?

-No paraba de hablar de tí, Lena.

-Eso puede ser cierto, Anna.

-Lo es. Incluso quiere que yo...

Anna se detuvo en cuanto llegamos a la puerta de nuestro departamento. Sacó sus llaves y me indicó que entrara primero.

-¿Qué ibas a decirme?-pregunté, quitándome los tacones y lanzándome al sofá de tres plazas.

-Na...nada. ¿Cómo has estado con...Tom?-titubeó Anna, entrando a su habitación sin cerrar la puerta, una clara señal de que quería que la siguiera.

-Hablamos...nada especial, sólo autos y bandas de rock...

-No llevabas ese collar al salir de aquí.

Lo había olvidado. Mentalmente, me reprimí por obviar ese "insignificante" detalle a mi parecer. ¡Yo no sentía nada más que un sentido de amistad hacia Tom! Pero eso no evitaba que me sintiera culpable por olvidar que me había regalado algo.

-Ah...si...-me quité el collar, acariciando el granate con mis dedos-es hermoso. Pero hay algo que no entiendo...¿cómo supo que el granate era una de mis gemas favoritas?

-No lo sé. ¡Hey! Bill me estaba hablando acerca de las gemas y sus significados. Pensaba regalarte una cuan...regalarle una a alguien, yo no...no sé a quien...planeaba...ya sabes...regalársela.

¿Acaso escuché...? No, eso era imposible. Anna me lo diría de inmediato.

-¿Entonces ambos están interesados en las piedras preciosas? Eso es extraño.

-Sí...pero...¿qué tal si...?

Miré a Anna, se había detenido, y adiviné que por su mente circundaban ahora mismo miles de cavilaciones.

-Bill me habló de las gemas, y Tom te regaló un granate. ¿A quién se le habrá ocurrido primero la idea?

-¿De qué hablas, Anna?-pregunté, confundida.

-Alguno tuvo que interesarse en el tema primero y...no preguntes como, pero estoy casi completamente segura de que Bill fue el primero.

-¿Dices que Tom tomó la idea de su hermano y la usó conmigo?

-Algo así.

-¿Por qué haría eso?

-¿No te has fijado en cómo te mira?-me reclamó Anna, lanzando sus zapatos dentro del armario.

Por supuesto que me había fijado, pero era algo que yo no lograría admitir. Yo sólo quería a Bill, pero él le gustaba a mi gemela; y el hecho de que yo le...gustara...a...a Tom...sólo empeoraba las cosas. ¿¡Por qué Tom y Anna no se enamoraban y ya!?

-Le gustas, Lena.

Entré a mi habitación, cerrando la puerta tras de mí. Anna entendió el mensaje y no me siguió.

Esa había sido, sin duda alguna, la cita más original que había tenido, pero...¿era posible que mi gemela fuera tan comprensiva acerca de mis sentimientos como para sacrificar su propia felicidad a costa de la mía?

martes, 20 de julio de 2010

Capítulo 4: Una primera cita muy especial.

   Luego de hacer mis deberes de la Universidad, me vestí para la cita doble que tendríamos Anna y yo con Bill y Tom. Supuse que las cosas estarían algo complicadas ahora que a mi gemela le gustaba Bill, pero la desesperación me invadió al imaginar una penosa situación: ¿y si Tom flirteaba con Anna y ella no paraba de mirar a Bill?

   En cuanto me coloqué un precioso vestido de color rojo, la mitad de mis preocupaciones desaparecieron. Anna no podría ignorar a Tom. Es decir, ¿quién en su sano juicio podría ignorarlo? Especialmente mi depravada hermana no sería capaz. Di unos últimos toques de delineador negro a mis ojos, me coloqué los tacones rojos y me miré al espejo. No había nada de mi que me disgustara, así que supuse que debía estar hermosa a los ojos de cualquiera.

   Salí de la habitación y, al dar un par de pasos en la sala, me tropecé con algo, cayendo al piso sobre mi rodilla izquierda.

   -¡Anna!-grité enojada, sin siquiera levantarme del piso.

   La aludida salió de su habitación con rapidez. Al verla, lo primero que noté fue que llevaba una versión en negro de mi vestido y tacones...pero a su 1.73 de estatura le lucían mucho mejor que a mis escasos 1.65. Ambas habíamos hecho modelaje, pero era muy fácil adivinar quién había permanecido en las pasarelas durante más tiempo.

   -¿Qué te sucedió?-me preguntó Anna, extendiéndome la mano para levantarme del piso.

   -Como es obvio, vine a acostarme aquí y se me ocurrió llamarte para que hicieras lo mismo. ¿¡Qué crees que hago!? ¡Me he caído por esa cosa que dejaste en el piso!

   -Ten.

   Me entregó el objeto con el que me tropecé: un pequeño paquete blanco cuyo contenido se me hizo conocido de inmediato.

   -Lo siento, Anna, yo...

   -No, Lena. Se rompió por mi culpa, ¿recuerdas? Bueno, desearía que no lo recordaras...en todo caso...es nuevo...hoy al salir del restaurant pasé por la tienda donde lo compraste y...era el último que quedaba, así que espero que no vuelvas a romperlo, ¿eh?

   Reí. Mi gemela...no podía estar enojada con mi gemela.

   Al ponerme en pie, noté un fuerte dolor en la rodilla lastimada, pero no le di importancia.

   Salimos en silencio del edificio y caminamos las dos cuadras que nos separaban de los gemelos con rapidez.

   Al llegar, Bill y Tom se acercaron a la entrada del hotel y nos extendieron las manos en señal de bienvenida.

   Bueno...más bien me extendieron las manos. Tardé un poco en decidir a quién se la tomaba. Quería aceptar a Bill, pero Anna se me adelantó y Tom aún esperaba, así que tomé su mano.

   -Te ves hermosa-me susurró Tom. Sonreí. Sorprendentemente, mi sonrisa era sincera, aunque el cumplido no provenía de quien yo esperaba.

   -Gracias-susurré-tú también te ves...

   Era el momento de soltar un cumplido fresco, muy glam y con clase, nada desesperado...

   -...hermoso.

   Me detuve. ¿Hermoso? ¿Ése era mi cumplido fresco, glam, con clase y nada desesperado?

   Tom sonrió. No era una sonrisa de burla, sino una más bien tierna.

   Nos sentamos en una mesa cercana a la ventana. Tom me indicó la silla frente a la suya al tiempo que Bill hacía lo mismo con Anna. Por un momento se miraron, indecisos de a quién correspondería realmente esa silla. Anna dirigió su mirada hacia mí. Le sonreí y me senté.

   -Gracias-me susurró Anna, tomando mi mano debajo de la mesa. Esbocé otra sonrisa y centré mi atención en el mesero que caminaba hacia nosotros.

   Abrí el menú que me ofreció y lo ojeé con rapidez. Todos los platos que ofrecían eran japoneses. ¡Genial!

   Entonces, recordé a Anna. Ella odiaba la comida japonesa, no sorpotaba siquiera verme comiéndola. La miré y le guiñé un ojo.

   -Quiero norimaki y para ella...el ramen estará bien-ordené, dando una última ojeada al menú.

   -Yo quiero miso-dijo Bill, cerrando el menú y devolviéndoselo al encargado.

   -Yo pediré sushi california-dijo Tom, dejando el menú sobre la mesa-también una botella de Don Perignon y un servicio de té helado.

   -Entendido-culminó el mesero, recogiendo los menús y regresando a la cocina.

   -¿Les gusta la cultura japonesa?-pregunté.

   -Me gusta lo asiático...-comenzó Tom.

   -Y las asiáticas-culminó Bill, riendo-no me gusta demasiado la comida japonesa, porque soy vegetariano, pero algunos platos como el miso...

   -Es sopa de habas, así que es un delicioso plato vegetariano-dije, sonriendo-¿también eres vegetariano, Tom?

-Algunas veces...ya sabes, cuando salgo con Bill debo serlo; pero como ésta es una noche realmente especial...Bill me permitió comer carne-¿ustedes lo son?

-Lena sí, yo no-dijo Anna, a quien noté algo incómoda.

Supuse que ahora que sería libre para ir con Bill, estaría feliz, pero...la vi muy triste y, a pesar de que no lloraba, yo podía escuchar sus sollozos mentales.

La comida llegó y nos dispusimos a comer. Anna tenía problemas para separar sus hashi (palillos), así que dejó un extremo de ellos sin separar. Tardamos un poco en reanudar la conversación, pero por...¿suerte, tal vez? Bill derramó un poco de su miso en su camisa blanca.

-Ten-Anna y yo le extendimos un par de servilletas de tela a la vez. Sin dudar un instante, Bill las tomó las dos y comenzó a limpiarse.

-Y...Helena, ¿en qué trabajas?

-Oh, somos...-comenzó Anna, pero la interrumpí de inmediato.

-Soy estudiante universitaria, pero tengo un empleo de medio tiempo en un restaurant de comida japonesa.

¡Anna casi mete la pata!

-¡Guay! ¿Tienen que usar ropa japonesa o algo así?

-¡Sí!-dije, emocionada-debemos estar descalsas y usar kimonos mientras entregamos los platos.

-¿No piden las órdenes?-preguntó Bill.

-No, las órdenes las piden los chicos-explicó Anna.

-¿Y ellos también deben usar kimono?-preguntó Tom.

Anna y yo asentimos con las cabezas.

-¿Y ustedes qué hacen?-preguntó mi hermana, limpiándose los labios con una servilleta luego de engullir una generosa cantidad de fideos.

-Somos...-comenzó Bill, pero Tom lo interrumpió:

-Somos empresarios.

Anna me lanzó una mirada de "¡te lo dije!" pero no le presté atención.

-¡Genial! ¿Qué empresa?-dijimos Anna y yo a la vez. Ahora, tanto Bill como Tom se estremecían.

-Cherry Three Records-continuó Tom.

-¿Son músicos?-pregunté.

-¡No!-gritó Bill. Varias personas en el restaurant voltearon a mirarlo. Tras bajar una octava a su tono de voz, prosiguió-no...estamos...estamos tras la cabina...ya saben...somos...

-Productores. Y...trabajamos el marketing y todos esos...asuntos...ustedes saben...-lo ayudó Tom.

-No, no sabemos-dijo Anna, riendo.

-Sabemos algo más de la industria del modelaje-aporté, antes de introducir el último roll de norimaki en mi boca.

-¿En serio? ¿Eres modelo?-me preguntó Tom.

Negué con la cabeza, al tiempo que acercaba mi copa de champaña.

-Lo fui.

-Eso es genial.

-¿Cuánto mides?-me preguntó Bill.

-No querrás saberlo, no tengo la altura de una modelo común, pero mi peso estaba dentro de los estándares y me fue fácil en...Anna también fue modelo. De hecho, lo hizo durante más tiempo que yo. Como notan, ella sí tiene la altura necesaria-agregué, al notar que la conversación versaba sólo sobre mí.

-Cool-dijo Bill, sonriendo-¿hicieron portadas de revistas o algo así?

-Lena sí, pero yo me dediqué a la pasarela. No soy nada fotogénica-dijo Anna, riendo.

Ambos gemelos me miraron, como si estudiaran cada centímetro de mi rostro.

Al culminar la cena, salimos a dar una vuelta al jardín del hotel.

En cuanto pisé el césped, mi rodilla izquierda falló, pero Bill estaba tan cerca que me sujetó por la cadera y me devolvió a mi posición original con tanta rapidez que ni Tom ni Anna se percataron del que podía haber sido un accidente.

Nos acercamos a un banco escondido tras los rosales, y cuando estábamos por tomar asiento, Anna tomó a Bill de la mano.

-¿Podemos ir a la terraza del hotel?-le preguntó. Sus ojos brillaban como nunca antes los vi brillar. Tal vez así llegarían a brillar alguna vez los míos cuando me enamorara de alguien que me correspondiera...no como Bill, que amaba a mi hermana.

-Eh...claro...¿vienen?-nos preguntó Bill.

Negué con la cabeza, tras una mirada muy significativa de Anna.

-Nos quedaremos aquí-dijo Tom.

Una vez que Anna y Bill abandonaron el jardín, nos sentamos en el banco.

-Es una linda noche-dije, mirando la luna llena que nos alumbraba, puesto que los rosales tras nosotros eclipsaban las luces provenientes del hotel.

-Tengo algo para tí-dijo Tom. Pronunció las palabras a una velocidad tan alta que tuve que agudizar mis oídos y mi mente para comprenderlo todo.

Sacó del bolsillo interior de su saco una pequeña caja forrada en terciopelo azul, como ésas que te dan en las grandes joyerías cuando compras un brazalete de Carolina Herrera o un anillo Vivianne Westwood. Me la entregó, y la abrí con cuidado.

-Es precioso, Tom...gracias-dije sonriendo, al tiempo que sacaba un collar de oro con un colgante de granate.

-¿Puedo colocártelo?

-Por favor.

Me senté de espaldas a él y aparté el cabello de mi cuello. Esperé sentir la frialdad del oro, pero en vez de eso, sentí sus labios, que me besaban con suavidad, casi adoración. Cerré los ojos, y un momento más tarde, el collar ya estaba colocado.

Toqué el granate una vez más antes de darme vuelta y encontrarme con el rostro de Tom muy cerca del mío.

-¿Sabes qué significa el granate?

Negué con la cabeza, aunque sí conocía su significado. Ahora mismo, no era capaz de creer todo lo que estaba sucediendo.

-Amor y constancia.

-Y...¿por qué decidiste regalarme un granate?-pregunté, sintiendo una especie de calidez que surgía en mi vientre y llegaba hasta mi pecho.

-Porque voy a ser constante hasta que tú también me ames.

-No digas eso, Tom...-susurré, al borde de las lágrimas.

-¿Por qué?

Porque no quiero escucharte decir las palabras que deseo escuchar de Bill-pensé.

-¿Qué sucederá cuando te ame?

-Seré constante a tu lado, y te regalaré esmeraldas, zafiros y diamantes.

Al leer la incomprensión en mis ojos, explicó:

-Fidelidad, comprensión y amor eternos.

Suficiente.

Rompí a llorar.

¡Ésas no eran la clase de cosas que se debían decir en una primera cita! ¡Y menos cuando casi no conocías con quién te estabas metiendo!

   De inmediato, fui acogida en sus brazos, y mis lágrimas desaparecieron.
 
   Sentí como si todo lo que estaba sucediendo hubiera sido planeado por alguien más. Y es que no me parecía que Tom, con la imagen de chico duro que capté desde la primera vez que lo vi, hubiera planeado todo aquello.

    Tal vez yo estaba equivocada, y todo lo que creía de él era sólo una imagen.

   ¿Me había enamorado de Tom?

miércoles, 14 de julio de 2010

Capítulo 3: Cables cruzados.

Luego de una corta charla, Anna y yo volvimos a nuestro departamento. Yo permanecí callada durante el tiempo que tardamos en caminar las dos cuadras, pero Anna no podía parar de elogiar a Bill.

-¡Es hermoso! ¿Te has fijado en su piercing de la lengua?

-¿Le has visto la lengua?-me asombré.

-Se la vi cuando probó el trago...una gota corrió por sus labios y la limpió con su lengua.

-¡Anna!

-¿Qué?

-Escucha nada más que cosas dices...yo ni siquiera me había fijado en su lengua. Además, ¿por qué de repente te interesas tanto en Bill? Creí que Tom y tú habían tenido algo...

-No tuvimos nada. Es sólo que...me di cuenta de que tal vez ambas nos fijamos en los que no eran indicados. Es decir, te gustó Bill físicamente y a mí Tom físicamente, pero...al conocerlos...

-¿Te gusta Bill?

Nos detuvimos frente a la puerta de nuestro departamento. Anna se negó a mirarme, a pesar de que repetí la pregunta varias veces.

-Anna, ¿te gusta Bill?

Abrí la puerta y entré, cerrándola en su cara y lanzando mis llaves al suelo. El llavero de cristal de colores en forma de guitarra eléctrica se rompió en cien trozos...igual que mi corazón.

No esperé esa respuesta que nunca iba a llegar. Y es que, aunque llegara, no me gustaría escucharla.






Al día siguiente, Tom fue el encargado de la ardua tarea de despertarme. Tras varios gritos de su parte, un gruñido de respuesta, un vaso de agua y mi cabello empapado, desperté.

-Más vale que tengamos algo importante que hacer-me quejé, entrando al baño.

-Pues sí tenemos, Bill...David acaba de llamarme, haremos una entrevista para un diario argentino y luego tendremos el resto del día libre.

-Ya me lo suponía, mañana estaremos ocupados todo el día, ¿verdad? Ensayos otra vez...

-Y recuerda que en tres meses viajamos a Estados Unidos para grabar el nuevo cd.

-Sí, ya lo sé...oye, Tom...¿qué piensas acerca de Helena y Anna?-le pregunté, temeroso, saliendo del baño ya vestido y comenzando a maquillarme.

-Helena es genial.

-Sí, ya noté que ustedes son muy parecidos.

-Anna...Anna es más como tú.

-Sí...¿pero sabes? Aún así me ha caído mejor Helena.

-A mí también.

Nos miramos un instante. No faltó más: ya sabía lo que pasaba por su mente.

Tom se había enamorado de Helena, y no hubiera sido un problema...si yo no me hubiera enamorado de ella también.

Capítulo 2: Ella

Anna y yo volvíamos a nuestro departamento después de una larga presentación. En noches como esa, nuestro trabajo nocturno se volvía demasiado pesado.

Y, para empeorar el asunto, Franz nos había seguido. Fue novio de Anna durante seis meses, pero hace una semana que ella cortó con él. No sé que pretendía con colarse a nuestra presentación y luego seguirnos hasta nuestro departamento, pero pudimos acabar con él antes de que sucediera algo peor. Su "amor" o lo que sea que tenga por Anna es enfermizo.

Nos hallábamos resguardadas bajo el toldo de una farmacia 24 horas, a dos cuadras de nuestro departamento, cuando un chico muy guapo se nos acercó y nos ofreció un par de sombrillas.

Al principio, creí que era un ángel o un espejismo, pero esas cosas sólo podían suceder en las novelas. Él era de carne y hueso...y estaba allí, frente a nosotras, ofreciéndonos su habitación de hotel. Si ésa propuesta hubiera venido de cualquier otra persona, le habría valido un par de insultos de mi parte, pero...con él, era diferente. Yo sabía que él no era esa clase de chicos, aún cuando ni siquiera lo conocía.

Ya sé por qué lo llaman amor a primera vista.

En cuanto me fijé en sus orbes miel, supe que él era el indicado.

Luego de prepararnos chocolate caliente a Anna y a mí, Bill salió de la habitación. Allí, Anna estalló.

-¡No puedo creerlo! ¡Te has enamorado!

-Cállate, Anna.

-¡No lo haré! Ésto es...es...es simplemente maravilloso. Es decir, nunca te habías enamorado, así que no sabes realmente cómo compararlo con otros chicos, pero yo sí se como hacerlo y puedo asegurarte que éste será genial para tí.

-Gracias, pero no creo que intente nada con él.

-¿Por qué no?

-No lo sé, Anna...sería como si dos mundos chocaran.

-Es cierto que somos extranjeras y todo eso, pero en nuestra nueva vida somos ciudadanas alemanas, Lena.

-No lo entiendes, va más allá...más allá de nuestro idioma y esas tonterías culturales. Me refiero a nuestro trabajo.

-No había pensado en eso. Vaya, es cierto, mira este lugar-Anna se giró en todas direcciones para echar uuna ojeada completa a toda la sala de la habitación-nuestro departamento no está mal, pero nuestros trabajos...

-Y aún somos universitarias.

-Él debe ser un empresario o algo así...

-No parece un empresario.

La puerta se abrió de nuevo, dando paso a Bill y a un chico de trenzas. Al verlo, lo primero que noté fue su piercing en el labio y...que no paraba de mirar a mi gemela. Extrañamente, me resultaba conocido, y no tenía nada que ver con el hecho de que él y Bill fuera idénticos.

-Él es Tom, mi hermano gemelo-presentó Bill, dándole una palmada en el hombro a Tom, que nos saludó a Anna y a mí y se sentó a mi lado.

-Oye, Bill, ¿qué tienes en el minibar?-le preguntó a su hermano.

-Está repleto, no he tomado nada aún-respondió Bill, sentándose en una butaca frente a nosotros.

-Entonces hoy tomaremos algo-dictó Tom. Se levantó de sofá y comenzó a mezclar licores en una coctelera-trae las copas de martinis, Bill.

Aprovechando que Bill se levantó a buscar las copas, le susurré a Anna:

-¿Acaso lo hemos visto antes? Me parece conocido.

-Es que lo conocemos.

-¿Cómo dices?

-Ha estado varias noches en el club...nos ha visto bailar.

-Wow...en momentos como éste agradezco usar antifaz.

-No estaría nada mal contarles...

-Ni lo pienses, Anna.

-¡Las encontré!-anunció Bill, antes de salir de la cocina y dejar las copas sobre el minibar-chicas, ¿qué les parecería venir a cenar con nosotros mañana?

Anna me miró. Yo tenía el control sobre nuestras agendas, que siempre estaban demasiado cargadas como para darnos tiempo para una cita. Sin embargo, asentí.

-Nos encantaría-dijo Anna, mirando a Tom.